Estoy preocupada por mi viejo. Hace años no hablamos, hace años. Vivimos juntos, construímos juntos. Almorzamos casi las mismas cosas (aunque no). También amanecemos casi al mismo tiempo porque cuando suena el despertador él se levanta. Yo no. Pero despierto. A parte de todo eso, me da bola en todo, me sigue los pasos, y me saca las copias que le pido. Me encargó un proyecto. Lo construímos y ya está casi listo. Pasa que mi padre es un tipo de pocas palabras. Y de muchas miradas. Como sea, me preocupa. Cada día hablamos menos. No sé si es el viento o qué está pasando. Saben hoy viernes me puse a pensar en él. Mi complejo de Electra me delata cada vez que puede. Pero mi padre no lo sabe. Él cree que estoy enojada. Y al mismo tiempo proyecta comprarme una bicicleta por que sabe que estoy muerta de ganas de tenerla. Mi viejo. Cómo lo quiero. Qué poco le hablo. Le cuento pocas emociones. Y creo que con mirarlo basta para que sepa lo que me pasa. Pero hoy descubrí que no. Que mi padre no tiene la más puta idea de lo que estoy sintiendo. Estoy enojada con Lali interior. Pero eso es otro tema. El día está tan lindo con mis pantuflas de la paz. Y yo que me puse a pensar en él. Estoy preocupada, insisto. Yo no digo qué siento, pero veo que mi padre no anda muy contento. Habla cada vez menos y menos y menos. Y no sé cómo llegar a él. Si llega un día, y me dice Hola. Luego, me deja un plano seductor. Se va. Y promete darme trabajo de por vida. Acá adentro mío tengo más ganas de viajar que de dibujar el plano que me dejaste, pa. Cómo te lo digo. Ahora que me voy a vivir sola, estarás angustiado por eso? Jamás podré saberlo, jamás. Deseo que llegués en un rato a casa y me grites todo lo que te pasa. No me preguntes por el auto. Y sepamos que está todo bien. My dear.
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