jueves, 6 de octubre de 2011
















Vuelve, siempre. Ayer me escribió y volvió a contagiar mis días de esa sensación de angustia mezclada con fortaleza y sentimientos extraños. He intentado explicarle más de una vez que él es doce años más grandes que yo: en todo sentido. También he vuelto a descifrar el comienzo del romance: las flores amarillas. Y esas cosas que pasan. Vuelve, y me hace pensar. Cuando estabamos juntos no pensabamos, sólo sentíamos. Empecé a pensar y se arruinó todo: te pusiste agresivo y casi que dijiste cosas hirientes. Peor, las escribiste.


Ya sabemos que nuestras pieles se conocen de antes de nacer, pero no seas tan físico como para volver a mis días: y a mi vida de alcaucil. Dormite, como yo. Pero no conmigo.

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