
Es un día quejosamente burgués. No sé de qué, pero me opongo. Quiero y no quiero. Estoy intentando conectar con mis deseos. Pero no me sale. Claro, estoy hiper burguesita. Desayuné un café con tostadas en un lugar burgués. Y encima compré en una librería burguesa. A parte, descubrí que la mitad de mi ropa es burguesa. Que todo el entorno se pone cada vez más burgués. Tuve que soportar la propaganda política de un facho que es el extremo del burgués. Y ahora me quejo, tengo de todo para hacer, pero elijo quejarme de todo lo burgués. En vez de ser una buena hija, me preocupo por el mundo burgués que ni debe estar preocupado por mi. Qué pelotuda. Qué burguesa al pedo haciendome la hippie en una terraza de vez en mes. Qué absurda es la vida burguesa. Lo único copado que tengo para decirte burguesía es que cada vez como menos carne y no me importa que vos y todos tus burguesitos me bardeen. ¡Viva la soja! Uy, que cagada, la soja también es re burguesa.
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