el sábado me condujo a las vías del tren: belgrano y las vías justamente. esa esquina donde se junta el cielo. ahí donde la familia respira el hogar. justo es donde también se juntan las fibras del amor y la libertad. donde los niños salen de la tierra y aman a gritos. donde las orquideas son color y el cielo contrasta. donde la humedad nos saluda las 24 horas del día y el viento es casi imperceptible. justo donde el vino es muy bien recibido y la soda está de más. ahí, donde el gas es efímero e innecesario. la familia como refugio y el sol acariciandonos. ahí. esa esquina y esos metales. ese mate amargo y esas sonrisas constantes. los ruidos de las motos y el megáfono que anuncia Cristina. la cerveza negra y la ventana asomando un nuevo día mientras duermo en el estar y amanezco libertad.
el miércoles fue distinto. ahora trajo lluvia. ruta. gomerías y rock. destinados a volver a la ciudad. una vez más. la humedad existe y no dejará de existir. las líneas de la arquitectura y los rastros de la noche anterior. la música del hormigón. y la mística del olor a cigarrillo. el ruido del viento de ciudad, ultrado por las ventanas. el mundo se detiene en un montón de edificios habitados. pasan cosas que no sabemos. pero pasan. la gente está apurada y yo decido detenerlos a todos mientras termino la noche del sábado en una terraza bajita, pero rodeada de edificios. empiezo el sol y el día acompañada. ya la noche se va y estamos juntos sobre la membrana. lo más copado es cómo accedemos a la terraza: ese banquito y esa ventana que nos conduce al pulmón de la manzana. acá hay pocos árboles, pero me los imagino. bueno, estamos juntos y reímos. este altillo y esta terraza saben de lo que hablamos.
te saco fotos, vida, mientras la gente mastica los ríos y el hormigón se revela en los aires.
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