
ahora que tengo un pedazo de cabeza rapada, veo cosas que antes no veía: bueno, anoche fuimos a cenar a mcmierda con un amigo, previamente a su rapada y mi rapada. bien. comimos afuera, cerca de la calle, cerca de la gente. vi cosas que pasan en la ciudad, cuando entra la medianoche y llega el día próximo, tibio, sinuoso, sin querer invadir al jueves que se va: salío la chica empleada del mes a poner la bolsa en un basurero, la muy guacha la puso encima de todas las hojas, ni se gastó en sacar una hojta. pero no voy a criticar, no: qué bien la empleada del mes, que hace que la gente tenga una bolsa donde tirar sus residuos. bien. luego, aparecieron empleados municipales: limpiando la parada de colectivo, a eso de las 00.30am, me sorprendió la calidad con que limpiaban, las risas, la buena onda, estar casi quince minutos sacando un grafitti que algún artista oculto ó algún enamorado (que puede llegar a ser la misma persona) pintó. buena onda. los autos tuneados que pasan con temas como 'ven y sana mi doooolor' y le gritan dale gordo limpiá, y automáticamente el genio con la espuma en sus manos le dice: chupala, gil! en fin. situaciones urbanas que vale la pena vivir. luego, apareció en escena quien probablemente sea un hombre contador economista o algo por el estilo (no me crean nada) sacando a pasear a su yorkshire histérico mientras el perro levanta la pata, él lo mira, son cómplices, retuercen de risa, y siguen ruta vereda. aparecen también las dos colgadas que gritan: ¿cómo está cerrado ya? ¿en qué mundo vivimos? ¿y ahora qué mierda comemos? bueh. pasa, pasa. viene el señor de seguridad: estamos cerrando, se pueden retirar? mientras yo por dentro tengo muchas ganas de decirle que cuál sería el problema, de estar ahí, si ese espacio tiene más carácter de público que de privado, con esa expansión hacia la calle, y esos gestos tan urbanos.
nos fuimos. no somos niños gritones. nos encontramos con las dos fanfarronas que no sabían dónde comer, ellas ya se habían encontrado con tres pibes. bien chicas, armaron la noche de jueves en cinco minutillos. luego, vi muchas hojas en la calle, y recordé el viento. casi que lo había olvidado. charlamos como hasta las 3am. mientras la ciudad resucitaba la noche del día jueves que ahora era día viernes.
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