lunes, 2 de abril de 2012














Miré el vaso con vino que viene de la botella que viene de la uva que viene de la tierra. Lo miré como hablándole: 'Mirá, hasta que no vaciemos la botella, no nos vamos' Él es obediente, me hace caso, se deja servir y sentir. La cosa es que la botella ya está vacía, el vaso un poco lleno. Quise saber cuán lleno estaba, y medí con mis dedos el líquido, asi apoyando las extremidades de uñas rojas sobre el frío del vidrio. Instantáneamente me acordé de ella, mi tía abuela amante del vino, que decía día tras día: 'Cachito, a mi solo servime dos deditos de vino' Y todos sabíamos que dos deditos por cuatro vasos es ocho gestos violetas.
Me pasó lo mismo, la vi a mi tía reflejada en el vaso, la uva y la piel casi violeta.

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