martes, 12 de junio de 2012

pasaje san martín tomado.

Pautamos encontrarnos allí: en ese punto donde convergen dos importantes ejes urbanos. Te esperaría adentro, tímida, siempre deseándote. Me dijiste que vendrías vestido de un color radiante: fue ahí donde te imaginé contrastando con la calma de este Pasaje.
Estábamos decididos a encontrarnos, luego de imaginarnos a lo largo de unos cinco o seis años. Recordaba como había empezado el juego y de cómo vos te habías metido ficticiamente en mi piel, siempre impulsado por la carne de otro ser humano.
El día pasó, transitó, y decidí mirar el reloj seduciéndolo para que diera con la hora de tomar el colectivo gaseoso.
Fui agua durante todo el viaje donde los transeúntes me miraban raro y algunos hasta subían el volumen de su música frente a mi tardía pero existente coloración rosada mutando en marrón.
La cosa se puso sería cuando el colectivo se llenó de gente y yo no sabía en que parte del piso escurrirme. Siempre queriendo llegar a ese punto urbano donde aparecerías vos con ese color determinante.
Así, entre resbalón y resbalón, llegué. Te esperé y mientras tanto conversaba con las esferas del vidrio. Este lugar es casi tan bello como ese gesto de cerrar un poquito los ojos y dejar fugar las luces por la autopista.
Me dio un poco de frío cuando ese atrevido señor me mezcló con hielo, pero nada era tan doloso mientras vos aparecieras por alguna de las tres entradas a este sitio.
Estaba jugando con un cubito de agua mutante y apareciste vos. Estabas ácido, pero te metiste de inmediato en mis burbujas. Guau.
Hablemos de cómo un pedazo de vidrio nos contuvo en este sitio, mientras ese señor nos miraba de reojo.
Fuimos tomados, engañados, mientras nos mirábamos como dos desconocidos. El señor nos introdujo en su ser, luego de observar todo el sitio. Decidió matarnos la materia. Nos llevó a lugares infinitos. Nos hizo carne de su carne. Fuimos tomados.
Estoy esperando que mientras este aventón pase, volvamos a vivir cinco o seis años más: pero ya no seamos ni una bebida ni una fruta, sino algún reflejo del señor que nos ha tomado.

lunes, 11 de junio de 2012

histeria cítrica


Como ese limón que se siente naranja. Así, sos limón que te metés en la bebida, que jugueteás con las células del vaso. Que te movés como si fueses víctima de algún giro del aire. Justo ahí donde el cielo se detiene, a vos te dan ganas de cambiar de fruta. Ser un poquito naranja y otro toque rojo, o amarillo como una explosión en tus ojos. Vos, que te creés materia por meterme en la piel del vaso que fue piel mucho antes que vos. Ajam, que te gusta sentirte cítrico, como esa cosa que sale de algún árbol, te roza y luego seduce invitándote a su casa bajo una sombra siamesa.
Vos, que fuiste tan limón. Que me dejaste como una hojita verde poco atractiva. Sí, justamente vos el que me hablaba de los cítricos como seres divinos, que practican artes marciales y buscaban ser tan fruta como vos.
( para de gritar)
Me refería a que vos me viste dos veces, yo tenía un disfraz símil naranja, ¿Vos qué disfraz tenías? Creo que lo olvidé.

lunes, 4 de junio de 2012


Gotas, gotas
 ¿Qué sentirán las gotas cuando vienen cayendo como artificios del aire? Como esferas cargadas de algo más. Como escenas violentas de un pasado de agua. Como cuando estrujas un gajito de mandarina. Como cuando alguien te abraza y algo fluye. O como una cuchara que rebota en la tierra. Qué sentirán cuando el vértigo se aproxima y saben que están por caer y demostrarnos su existencia. Qué pasará en ese punto donde dos gotas toman el mismo sentido y se chocan, son una misma cosa y juntas deciden explotar en otra materia. Qué se les cruzará por la cabeza mientras descubren lo efímeras que son. Cuántas veces habrán tenido ganas de ser eternas y relamernos en ese punto donde las sentimos atravesar nuestra piel. Cómo es que son tan frías y otras ácidas y otras grises y otras tan del cielo. Me pregunto si conversan con las nubes o ya han decidido ignorarlas. Imagino cuántas gotas ríen en ese suceso que vienen cayendo y desconocen si serán parte del aire o simplemente mutarán en un árbol. Cómo será el proceso de elección de la gota más pura y la más puta. Cómo es que las gotas tienen tanta personalidad y a la vez son tan efímeras?
Gotas, gotas. Las estoy esperando.

viernes, 1 de junio de 2012

sobre el pasaje san martin .


Con un ojo cerrado, y otro en estado de espera, comprendí que este sitio es una transición espacial. Uno de esos lugares donde el tiempo se respira con otra pirotecnia. Sucede que los vitrales nos miran desde arriba, y nos sumergen en el cielo: nos quieren fugar a otro tiempo.
Voy a detenerme en los ascensores: esas cajas metálicas que pretenden mudarnos de planeta. Hay una sinergia digna de atravesar. Te subís y algo en tu cuerpo quiere vivir un accidente, contarte algún suceso que tenés dando vueltas por tu memoria y quiere revelarse. Esto es un viaje gratis y abierto a todo público en horario comercial. Mientras te sientas libre de querer meterte en otro tiempo, todo estará bien.
Pensar que arriba de esta caja de tiempo hay una sala de máquinas me hace sentir que a este objeto lo maneja alguien. Pero no, no. Este elemento tiene una única función: transportarnos. ¿Por qué pretendería ser seducido por otras máquinas? No, no tiene sentido.
Si fuera totalmente hermético no nos dejaría imaginar. Y eso no es un detalle menor. Él sólo quiere que nos subamos a su plataforma y lo experimentemos como una risa que tenemos escondida entre diente y diente hace varios años. Quiere que sintamos cómo de un suelo pasamos a otro suelo, y tendremos la posibilidad de ver a la gente desde otra tierra. Con otros ojos que vienen de otro momento histórico: no es lo mismo el tiempo de planta baja que el de primer piso.
La clave está en entregarse a la caja metálica, dando respiro a los hechos concretos que nos suceden prácticamente todo el tiempo. Acá damos una tregua a la realidad y atravesamos otra forma de tiempo, donde lo que vivimos antes pasa a ser memoria y se fuga en los recuerdos.
Lo que pasa ahora es atemporal, es parte de la piel jugando con el metal, del ruido de la supuesta sala de máquinas y la risa que flota entre los espacios de la caja.
Veamos qué simple es meterse en una caja fuera de tiempo, partícipe de un nuevo suceso, donde el imaginario ríe y nos trasladará a destiempo.