lunes, 12 de diciembre de 2011



Justo debajo del almendro en flor, fijate. Hay algo para vos. No sé de dónde viene, pero sé que es para vos. Me pareció que era agradable, que necesitabas de eso. Necesito que vayas, el árbol está justo en frente a un portón rosadito y una viña grande, ahí en la línea de álamos que se detiene en un almendro que elegí para vos. Es una latita de pomada, pero la escondí a la perfección. Quiero que la sientas. No es para débiles, sabemos cómo somos los poetas.



Fuimos, encontramos la lalita y el árbol después de unas horas. Fuimos. Vos tan cuidadoso, yo tan bruta. Vos tan detallista, yo tan colgada. Vos tan respetuoso, yo tan comedora de silencios. Vos tan flores amarillas, yo tan sorprendida de ellas. Fuimos y ya es tiempo de decir que fue pasado. Pero los pasados son esos eternos encuentros del presente, donde vos sos casi como yo del futuro y yo soy tan vos del pasado. Vos tan dueño de tu patio, yo tan amando.



Nos fuimos, a veces volvemos al pasado. Pero lo que fuimos es casi presente, casi víctima del pasado y casi esquema de futuro.



Fuimos dos pedazos de aire, pero ya te he dicho yo vengo del agua. No me digas que soy linda, eso le decís a todas tus mujeres, yo no soy tu mujer sólo soy lo que fuimos. Fuimos y eso basta para decir que nos miramos como dos desconocidos del futuro.

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