martes, 20 de diciembre de 2011



Año atrás, tu amor como escultura de la soledad. Siguieron los días de verano, entre cerveza y risas mutando por nuestras orejas, acabando en las pestañas y sudando en el pupo. Ya un año atrás.


Apareció Enero, envuelta en el puerto de Valparíso, con tus mensajes asomando por el diván. Las fotos, y el balcón invitando a nadar. Chile, con una palta en la mano y los quesos más yankis del mercado, la risa hecha Campari y algún que otro viejo verde que me detiene mientras saco fotos en la playa. Luego volver, a vos. Entre eventos sociales y sábanas blancas hechas con aire tuyo, y mío.


Febrero, la presión universitaria. Los nervios, la risa cómplice. La Claudia que aparece cuando más la necesito. El profesor que me pide hasta el más mínimo detalle. Luego, el aprobar. El vino que me prometiste, vos, mientras me insertabas una escultura en la cabeza y acariciabas mis pensamientos que iban a acabar en emociones.


Marzo, el norte.. Chicha y carnaval. Amigas, carpas. Algún atrevido sanjuanino. Bolivia, mar blanco, entre oscuras pieles. La ruta, el dedo, la risa. La ruta.


Abril, tan facultad. Tan quinto año, cambiando de curso y de ideas, atravesando la vorágine del final. Queriendo devorar cada palabra del profesor. Tan serios todos. Eso que queda en el tilo del patio de la facultad.


Mayo, Junio, los chicos del des-amor. Te olvidé como se olvida una llave en el cordón de una vereda. Te dejé con tus flores y tu cara ancestral. Fragmento de mi vida, la escultura ya no me emociona, no podemos seguir más.


Julio, frío y tenso, mezclado con alcohol e independencia, lleno de bufandas de colores y humitos saliendo de boca en boca. Julio, como padre, pensando en todos los sucesos que conllevan a esta mitad.


Agosto, me trajiste 23 vidas repartidas en años que cada doce meses reproducen pieles acabando en uñas. Vos, mes, zonda de mis sueños. Transportás mis utopías y me las traés a mis órganos, para no olvidarme que vengo de vos, mi Agosto querido..


Septiembre, Octubre, tan puestos, tan flores y rock. Descontroles dignos de vivir, trajines necesarios, masticando esferas de la vida, para luego acabar en alguna saliva que nos haga cada vez más desconocidos del frío..


Noviembre, me diste la espalda, fuiste tan rápido, tan fin de año, tan careta.. Pero un bárbaro despertador de viajes, musicalizador de entregas y diseñador del verano.


Diciembre, ahora que volviste una vez más no queda otra que estrujarte, aprobarte, devorarte, mientras pienso en el año que se va, y sueño con poder mutarme la vida una vez más.



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