Entonces, elegí mirar en otro sentido, elevé mi vista hacia el cielo y mientras aquel coche se movía, pude jugar en mi mente con el contraste de la arboleda amarilla de calle San Martín con el cielo (tan azul como sea posible). Ese juego motivaba la espacialidad del lugar y generaba un parpadeo constante entre el adentro y el afuera, disparaba tantas imágenes que sentí que el cielo vomitaba hojas amarillas, lanzaba su presencia en el espacio, devoraba.
Las hojas fluían en todas las direcciones, disparando más gestos, más color, más pureza, más luz y más sombra, más deseos, más ritmos.. Entendían su limitación y componían atrozmente, salvajes, dueñas del lugar, interactuando con lo construido y lo efímero al mismo tiempo. Se mezclaban y enmudecían el espacio. Lo hacían propio, y luego, perpetuo.
Así, sentí que eso mismo motivó la sensación espacial dentro de la vivienda: al verla, Wright apareció en nuestras mentes inevitablemente.. al entrar, el puente fue clave y marcó el cuadro interior, lo sentimos protagonista. Percibí que cada punto del lugar vomitaba algo distinto, liberaba gestos puros y simples. El espacio envolvía gracias a su nivel de diseño y armonía. La simpleza nos hablaba e invitaba a recorrer cada rincón de la vivienda. Sentimos que la arquitectura nos regalaba su existencia siendo carne, siendo viva, siendo espacio.
Las hojas fluían en todas las direcciones, disparando más gestos, más color, más pureza, más luz y más sombra, más deseos, más ritmos.. Entendían su limitación y componían atrozmente, salvajes, dueñas del lugar, interactuando con lo construido y lo efímero al mismo tiempo. Se mezclaban y enmudecían el espacio. Lo hacían propio, y luego, perpetuo.
Así, sentí que eso mismo motivó la sensación espacial dentro de la vivienda: al verla, Wright apareció en nuestras mentes inevitablemente.. al entrar, el puente fue clave y marcó el cuadro interior, lo sentimos protagonista. Percibí que cada punto del lugar vomitaba algo distinto, liberaba gestos puros y simples. El espacio envolvía gracias a su nivel de diseño y armonía. La simpleza nos hablaba e invitaba a recorrer cada rincón de la vivienda. Sentimos que la arquitectura nos regalaba su existencia siendo carne, siendo viva, siendo espacio.
mu bonito¡=)
ResponderEliminar1saludo¡